Previa Prácticas del Lenguaje. 1ºB. Profesora: Anoni.
Previa de Practicas del Lenguaje.
Curso: 1ºA
Profesora: Anoni, María Emilia.
Hola
Ezequiel, este es el trabajo práctico que vas a realizar para rendir la previa
de Prácticas del lenguaje de primer año.
En
primer lugar debes leer detenidamente el cuento El fantasma de Catherine Wells
para poder realizar TODAS las actividades que se presentan al final.
Es
sumamente importante que el trabajo esté COMPLETO Y PROLIJO (esto facilitará la
corrección del mismo).
La
fecha de entrega es el miércoles 29 de abril por la mañana.
El fantasma. Catherine
Wells.
Una
niña de catorce años estaba sentada en una vieja cama, recostada sobre unos
almohadones y tosiendo de tanto en tanto a causa del resfrío y la fiebre que la
obligaban a permanecer allí. Ya no quería seguir leyendo a la luz de la lámpara
y permanecía reclinada, escuchando lo poco que podía oír y observando el fuego
de la chimenea. Desde abajo, más allá del ancho y oscuro pasillo, cubierto de
paneles de roble y en el que colgaban cuadros antiguos con llameantes batallas
navales pintadas en sus telas, desde más allá de la amplia escalera de piedra
que daba a una pesada puerta chirriante, le llegaban, por momentos, los tenues
sonidos de la música de baile. Primos, primos y más primos se hallaban allí
abajo, y el tío Timothy, como anfitrión, animaba la velada. Muchos de ellos
habían entrado alegremente en su cuarto durante el día, le decían que su
enfermedad era «una verdadera lástima», que patinar en el parque era «demasiado
divertido», y luego se iban a bailar otra vez. El tío Timothy se comportó con
mucha amabilidad. Pero… allí abajo se escapaba para siempre toda la felicidad
que la niña había deseado durante más de un mes.
Contempló
cómo caían parpadeando las llamas del gran fuego de leños en el hogar. Por
momentos tenía que apretarse las manos para detener las lágrimas. Había
descubierto —pronto empezaba a conocer los pequeños secretos de la feminidad—
que si tragaba con fuerza y rápidamente cuando las lágrimas se juntaban, podía
evitar que se le inundaran los ojos. Deseó que alguien fuera a verla. Tenía una
campana a su alcance, pero no se le ocurría ninguna excusa para hacerla sonar.
Deseó también que hubiera más luz en el cuarto. El fuego la iluminaba vivamente
cuando los leños llameaban hacia arriba; pero, cuando apenas brillaban, las
sombras oscuras bajaban desde el techo y se juntaban en los rincones, contra
las paredes. Puso su atención en el tenue resplandor que proyectaba la lámpara
sobre el agradable desorden de la mesa de luz: la mermelada de grosellas y la
cuchara, las uvas, la limonada, el pequeño montón de libros, todo parecía
cálido y acogedor. Tal vez la señora Bunting, el ama de llaves de su tío,
regresara pronto a conversar con ella.
La
señora Bunting muy probablemente estaría más ocupada que de costumbre esa noche.
Se habían agregado varios invitados nuevos: los participantes de otra fiesta
que llegaron en coche, acompañados de una conocida figura romántica, nada menos
que el famoso actor Percival East. La entereza de la niña se había quebrado esa
tarde, cuando el tío Timothy le contó que East estaba en la casa. El tío estaba
sorprendido: sólo otra niña podría haber entendido perfectamente lo que
significaba que un simple resfrío le impidiera conocer en persona a ese mítico
héroe del teatro; otra niña que se hubiera desbordado de alegría ante su
audacia, llorado ante sus nobles gestos de renuncia, sentido felicidad —y un
poco de envidia— ante el abrazo final con la mujer amada.
—¡Bueno,
bueno, querida sobrina! —le había dicho el tío Timothy, palmeándola suavemente
en el hombro, con gran pena—. No te preocupes. Si no puedes levantarte, le
pediré que suba a verte. Te lo prometo. ¡Qué increíble atracción que tienen
sobre las niñas estos personajes! —dijo como para sí mismo.
El
revestimiento de madera crujió, como suele pasar en las casas viejas. La niña
era de esa clase de personas temerosas que no creen en fantasmas, y, sin
embargo, desean con toda su alma no cruzarse nunca con uno. ¡Y hacía tanto
tiempo que nadie la visitaba! Pasarían muchas horas, se dijo, antes de que la
niña que dormía en la habitación de al lado se acostase; las dos piezas estaban
comunicadas por una puerta, lo que le daba tranquilidad. Si hacía sonar la
campana, pasarían un par de minutos antes de que alguien llegara desde los
cuartos de la servidumbre, que se hallaban bastante lejos. Una de las mucamas
pronto debería cruzar el pasillo, pensó, para arreglar los cuartos y agregar
carbón al fuego de las chimeneas. Todo eso iría acompañado de una serie de
ruidos que serían una distracción. ¡Cómo se aburría una en la cama! ¡Qué
horrible, que insoportablemente horrible era estar atada a la cama, perdiéndose
toda la alegre diversión de allá abajo! Ante este pensamiento, tuvo que
tragarse una vez más las lágrimas.
Con
un ruido inesperado, una explosión de risas y aplausos, la puerta al pie de la
escalera se abrió y cerró. La niña oyó unos pasos que subían y unas voces que
se acercaban. Era el tío Timothy, quien golpeaba la puerta entreabierta.
—Pasen
—gritó, contenta.
Junto
al tío se hallaba un hombre de mediana edad, de expresión tranquila y cabello
gris. ¡Al fin el tío había traído un médico!
—Aquí
tiene a otra de sus pequeñas admiradoras, señor East —dijo el tío Timothy.
¡El
señor East! De pronto comprendió que había esperado verlo llegar envuelto en
una capa, con el cabello empolvado y finos ropajes. Su tío sonrió ante su cara
de sorpresa.
—No
lo reconoce, señor East —señaló.
—Por
supuesto que lo reconozco —dijo valientemente la niña y se incorporó, sonrojada
por la excitación y la fiebre, los ojos brillosos y el cabello revuelto.
En
efecto, empezó a ver cómo el renombrado héroe del escenario y el hombre de
rostro bondadoso se unían como en un mismo retrato. Allí estaba el suave
movimiento de la cabeza, la barbilla… ¡Claro! Y los ojos, ahora que los veía
con detenimiento.
—¿Por
qué lo estaban aplaudiendo? —preguntó.
—Porque
les prometí que les daría un susto mortal —respondió el señor East.
—¡Oh!
¿Cómo?
—El
señor East —aclaró el tío Timothy— se va a disfrazar como nuestro viejo
fantasma ya desaparecido y nos va a proporcionar un rato verdaderamente
escalofriante, allá abajo.
—¿De
verdad? —exclamó la jovencita, con la ansiedad que sólo puede contenerse en la
voz de una niña—. ¡Ay! ¿Por qué me enfermé, tío Timothy? No estoy enferma. ¿No
se nota que ya estoy mejor? Me he pasado el día en cama. Estoy perfectamente
bien. ¿Puedo bajar, querido tío…, por favor?
Ya
casi había salido de la cama, por el entusiasmo.
—¡Bueno,
bueno, pequeña! —la tranquilizó el tío, alisando las sábanas con rapidez y tratando
de cubrirla.
—Pero
¿puedo?
—Por
supuesto, si quieres que te asuste en serio, te aseguro que te daré un susto
tremendo —empezó a decir Percival East.
—Oh,
sí, claro que quiero —gritó la niña, saltando en la cama.
—Volveré
para que me veas cuando esté disfrazado, antes de bajar.
—¡Ay,
por favor, por favor! —exclamó, radiante, la pequeña.
¡Una
representación privada, sólo para ella!
—¿Estará
de veras horrible? —preguntó riendo.
—Todo
lo que pueda —el señor East sonrió y siguió al tío Timothy, que ya salía del
cuarto—. ¿Sabes? —dijo, volviéndose antes de cerrar la puerta y mirándola con
burlona seriedad—. Creo que estaré bastante espantoso. ¿Estás segura de que no
te importará?
—¿Importarme?…
¿Tratándose de usted? —rió la niña.
El
señor East salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
—Tralalá,
tralalá —tarareó contenta la pequeña y volvió a meterse entre las sábanas, las
estiró sobre su pecho y se puso a esperar.
Permaneció
muy tranquila durante un buen rato, sonriente, pensando en Percival East, y en
sus distintos papeles dramáticos. Lo admiraba mucho. Recordó detalladamente la
última obra en que lo había visto. ¡Estaba tan espléndido al batirse a duelo!
No podía imaginárselo con aspecto horrible, pensó. ¿Qué haría para lograrlo?
Hiciera
lo que hiciera, ella no se iba a asustar. Él no podría decir que la había
asustado a ella. El tío Timothy también estaría allí, supuso. ¿O no?
Oyó
pasos frente a la puerta, a lo largo del pasillo, que luego se perdieron. La
puerta al pie de la escalera se abrió y luego se cerró con un golpe.
El
tío Timothy había bajado.
La
niña siguió esperando.
Un
tronco, quemado y rojo, se partió súbitamente en dos y los pedazos cayeron de
repente en el fondo de la chimenea. La pequeña se sobresaltó con el ruido.
¡Todo estaba tan silencioso! Se preguntó cuánto más tardaría el señor East.
Hacía falta atizar el fuego, pues los pedazos de tronco se habían juntado.
¿Debía llamar? Pero el señor East podría entrar justo en el momento en que la
sirvienta estuviera avivando el fuego, y eso arruinaría su entrada. El fuego
podía esperar…
La
habitación estaba silenciosa y, a causa de la tenue luz del fuego, más oscura.
Ya no le llegaba ningún ruido desde abajo, porque la puerta estaba cerrada.
Había estado abierta durante todo el día, pero ahora se había roto el último y
frágil vínculo que la unía a los demás.
La
llama de la lámpara dio un repentino salto. ¿Por qué? ¿Estaría a punto de
apagarse? ¿Se apagaría?… No.
Esperaba
que el señor East no se le apareciera de golpe. Por supuesto que no lo haría.
De todas maneras, hiciera lo que hiciera, ella no se asustaría…, no
verdaderamente. Hombre prevenido vale por dos.
¿Hubo
un ruido? La niña se levantó, con la mirada clavada en la puerta. ¡Nada!
Pero,
sin duda, la puerta se había entreabierto, ¡ya no encajaba tan perfectamente en
el marco! Tal vez, la puerta… tenía la seguridad de que se había movido. Sí, se
había movido…, se había abierto unos dos centímetros, y, poco a poco, mientras
observaba, vio un hilo de luz entre el filo de la puerta y el marco, que crecía
despacio y se detenía.
No
era posible que entrara por allí. Se había entreabierto por sí sola. El corazón
de la niña empezó a latir con más fuerza. Sólo podía ver la parte superior de
la puerta: el pie de la cama le ocultaba el resto.
Su
atención se hizo más aguda. De pronto, tan repentinamente como un disparo,
descubrió una pequeña figura, como un enano, cerca de la pared, entre la puerta
y la chimenea. Era una pequeña figura con capa, no más alta que la mesa. ¿Cómo
lo hacía? Se movía despacio, muy despacio, hacia el fuego, como si no se diera
cuenta de la presencia de la niña, envuelto en una capa que arrastraba por el
suelo, con un sombrero en la cabeza inclinada sobre los hombros. La pequeña se
aferró a las sábanas: era algo tan raro, tan inesperado; soltó una risita
nerviosa para romper la tensión del silencio…, para demostrarle su aprecio.
El
enano se detuvo en seco al oír el ruido y giró hacia ella.
¡Ay!
¡Pero qué miedo sentía! La cara del enano era de un tono blanco cadavérico,
tenía un rostro largo y afilado, hundido entre los hombros. ¡No había color en
los ojos que la observaban! ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo lo hacía? Era demasiado
bueno. Se volvió a reír nerviosamente; y con un estremecimiento de terror que
no pudo dominar, vio cómo la figura salía de las sombras y avanzaba hacia ella.
Se armó de valor; no debía asustarse por una simple representación… Se
acercaba, era horrible, horrible…, estaba llegando a su cama…
Escondió
de golpe la cabeza entre las sábanas. Nunca supo si gritó o no…
Alguien
tocaba a la puerta, hablando alegremente. La niña sacó la cabeza de las
sábanas, avergonzada por su temor. ¡La horrible criatura había desaparecido! El
señor East hablaba desde la puerta. ¿Qué era lo que decía? ¿Qué?
—Ya
estoy listo —dijo—. ¿Quieres que entre y empiece?
Actividades:
1)
Buscar la biografía de la autora del cuento.
2)
¿Quiénes son los personajes? Ordénalos en dos listas de acuerdo con su
importancia (principales y secundarios).
3)
Completá con el lugar en el que sucede la historia y con la situación que
corresponde a cada ámbito:
La historia sucede en…………………………………………………………………
En uno de los dormitorios………………………………………………………………………..;mientras
que en el otro salón de la planta baja……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
4)
¿Cuál es el conflicto que enfrenta la niña?
5)
¿Qué le sorprende al tío Timothy respecto de la sobrina?
6)
Buscá ejemplos que justifiquen las siguientes afirmaciones:
·
Los primos de la niña habían disfrutado alegremente los juegos en la
nieve y se divertían en la fiesta nocturna.
·
La niña estaba triste por no poder bajar a la fiesta.
·
La sobrina se alegró al saber que el actor haría una función solo para
ella.
7)
¿Cuál es el estado de animo de la niña en los siguientes momentos: al
inicio del cuento, durante la conversación con el actor, mientras trascurre lo
que ella creía que era una función?
8) Escribí
otro final para el cuento a partir de la siguiente oración: La figura se detuvo
en seco al oír el ruido y giró hacia ella.
9)
Busca en el texto sustantivos comunes, propios, adjetivos y verbos. Clasificarlos
semánticamente.
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